martes, 23 de febrero de 2010

Segunda Parte (3)

Capitulo 3
Relata: Hayley.

Estaba dibujando en mi cuarto, pasando un tiempo a solas. Alex entró a mi habitación y me sonrió, se acostó en mi cama y yo me acosté a su lado. Lo escuché suspirar, y él solo suspiraba cuando estaba preocupado.
-¿Qué pasa?-Le pregunté.
-Hayley… te amo.
Sonreí- Yo tam…- Alex no me dejo terminar, tapándome la boca.
-No lo digas.- Lo miré confundida mientras me sacaba la mano de mis labios-Ah…-Suspiro de vuelta, me alejé un poco de él y me senté. Esto no podía ser bueno.- Yo te amo más que a nadie, sos la persona más importante en mi vida en este momento…
-¿Porqué no te ahorras todo esto y me decis lo que realmente querés decir?- Ya lo estaba viendo venir.
- Es que no puedo seguir…
-¿Con qué no podes seguir?- Le pregunté, sabiendo ya la respuesta. Sentí que mi corazón daba un vuelco, y latía rápidamente.
-Con esto, con nosotros…- Lo sabia, me estaba dejando. Sentí dolor en mi estomago, y un enorme vació en el pecho. Miré a los ojos de Alex, y él corrió la mirada, y cerró los ojos.
-¿Qué…?- No tenía palabras. Él se sentó a mi lado y me abrazó. Normalmente lo habría apartado, pero no tenía fuerzas, ni ganas.
-Perdóname.- Ese comentario me sacó toda la energía afuera.
-¿Qué te perdone?- Le dije apartándolo de mi- ¿Por qué habría de perdonarte? Llevamos casi un año juntos y vos venís y terminas conmigo, así, de la nada, sin razón aparente ¿A qué estás jugando Alex? – Sentía las lágrimas queriendo salir.
-No… yo… Es solo que no puedo seguir más.
-¿Por qué no podes? ¿Dije algo que te asustó y te hizo correr como a un bebe asustado? ¿Qué es lo que te impide seguir conmigo?
-Necesito cambiar.- Solté una risa sarcástica.- Es siempre lo mismo… casi nunca salimos de casa, no hacemos cosas nuevas, necesito sacarme la monotonía de encima
-Ah, claro, ya entendí, te aburriste de mí. Duré más tiempo que cualquier otra chica en tu vida, y por eso te aburriste de mí.-Alex no respondió. Mi corazón y mi cerebro funcionaban a una velocidad que nunca antes había presenciado, pasaba de la ira a la tristeza, del dolor a la violencia, en tan solo segundos, y no sabía a que sentimiento aferrarme.- Sos un inmaduro.
-Hayley…- Yo me paré y le abrí la puerta, para que se vaya.-Hayley- Repitió otra vez.
-Deja de balbucear, andáte. Si te aburrí tanto no te quedes acá, mirándome como un estúpido.
-Es… yo…- Nunca lo había visto tan confundido, lo miré a los ojos. Él también parecía estar a punto de llorar- Necesito que me entiendas.
-¿Qué entienda que?
-Que te amo con toda mi alma-
-¿Por qué seguís diciéndolo si me estás dejando?- Quería llorar, pero iba a guardar las lágrimas para cuando él no pudiera verme.
-Para que sepas que no te dejo porque no te amo…
-Mira, Alex… cuando tengas las ideas más claras, y ordenes tus prioridades, vení y hablame. Yo no voy a estar así ¿ok? Hice TODO por vos, y ahora no puedo soportar esto…-Miré al piso.- Dejame.
Él se fue, sin mirarme. Cerré la puerta. Me quedé, quieta por un buen rato. No entendía, ¿Qué clase de estúpida excusa para dejar a una persona es esa? Me puse de espaldas a la puerta y me senté en el suelo. Levanté las rodillas y apoyé mi cabeza en ellas. “Que te amo con toda mi alma.” Esas palabras se repetian una y otra vez en mi cabeza. ¿Si me amaba porqué me dejaba? “Yo también te amo” Se repetia lo mismo una y otra vez, y con cada vez, el vacío en mi pecho se agrandaba más y más. Sentía literalmente el alma en mis pies, y las lágrimas comenzaron a caer, el dolor era insoportable y quería gritar. Era como una mano apretando mi corazón más y más, ahogándolo, asfixiándolo.
-Duele…-Dije en un susurro. Intentaba dejar de llorar, pero las lágrimas simplemente salían. Me preguntaba que estaría haciendo él ahora. Escuché que la puerta de entrada se cerraba, y me acerqué a la ventana a ver. Era él, mi corazón se estrujo una vez más. Lo ví de lejos, en un flash, porque salió corriendo… Probablemente ya esté buscando a alguien más… Que lo divierta. Se me escapó un sollozo. La persona que más amaba en el mundo me había dejado, y todavía no dejaba de llorar. Tomé mi campera, bajé, y me fui a caminar, sin rumbo, las lágrimas habían cesado, pero mis ojos seguían hinchados y tristes. Me pregunto si la gente que pasa a mi lado me ve, y se pregunta qué es lo que me hace sufrir tanto…

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