Capitulo especial extra!
Relata: Hayley
Ya hacia tiempo desde que Alex y yo éramos novios, y ya era un hecho público, había quienes lo aprobaban y otros que no, pero no me importaba.
-Hayley… necesito hablar contigo- Mi mamá entró a mi habitación.
-¿Si? ¿Qué pasa?- Le pregunté, parecía preocupada.
-Michael y yo, vamos a salir de luna de miel…
-¿De verdead? ¿A dónde? Wow, ¡eso es genial mamá!- Le dije sonriendo.
-Si, no tanto…
-¿Cómo?- Le pregunté, sorprendida.
-No me entusiasma dejarte sola 4 días y 3 noches… sola, en la casa… con Alex.
Claro, ahora todo tenía más sentido.
-Mamá, no te preocupes, todo saldrá bien, estaremos bien.
-Sabes bien a lo que me refiero, tenés 16 años, Hayley, y el tiene 19…
-Ma, simplemente no te preocupes, sé cuidarme ¿Si? No va a pasar nada malo, tranquilizate, y disfruta del viaje. ¿Cuándo se van?
-Pasado mañana.
-¿A dónde?-
-Caracas.
-¡Genial!- Sonreí, mi mamá y Michael nunca habían podido tener una luna de miel, y estaba muy feliz por ellos.
Mamá me abrazó y se fue.
Greg pasó frente a mi puerta tambaleándose, probablemente había estado tomando, o en alguna fiesta, quién sabe.
-¿Te enteraste?- Me preguntó Alex en la noche- Sobre la luna de miel…
-Si, me enteré- Le sonreí
-Tendremos la casa para nosotros solos, por tres días.- Se acercó a mí, sonriéndome seductoramente.
-Nosotros y Greg.- Le recordé.
-Si claro- Dijo él sarcásticamente, se acercó y me beso.
Pasaron los días siguientes y mamá y Michael se fueron.
-Bien, estamos solos… ¿Qué querés hacer?- Me preguntó, tranquilo.
-No lo sé, ¿vemos una película?
Se rió- Bien, lo que quieras.
Buscamos la guía de canales, y encontramos una película interesante de suspenso.
-¡Mira la hora!- Dije cuando esta termino.- ¿Tenés hambre?
Sus ojos tuvieron un extraño brillo por un momento, que casi me desmorona, sentí un raro cosquilleo en el cuerpo cuando el dijo:
-Si, me gustaría comer algo.
Fui a la cocina recobrando el aliento, me puse un delantal sobre mi corsé y mi pollera, parte de mi look gótico.
Había puesto unas hamburguesas en la plancha, cuando sentí las manos de Alex pasar por mi cadera abrazándome dejando sus manos en el límite del corsé con la pollera.
Poco a poco acercó su cuerpo al mío, su pecho sobre mi espalda, y sus piernas apoyadas en las mías, cada parte de nuestros cuerpos totalmente juntas, sentí un beso en mi cabeza, luego otro en la oreja, y luego bajó a mi mejilla y finalmente llego a mi cuello. Alex comenzó a besarlo lenta y tranquilamente. Dejé caer el tenedor mientras mis rodillas temblaban y se doblaban, me dí vuelta y comencé a besar sus perfectos labios, mi cuerpo parecía funcionar solo, se inclinaba más y más hacia el cuerpo de él, casi parecía uno solo. Puse mis dos manos en su cuello y comencé a subir por sus cabellos, acerque aún más su rostro al mío y el presionó mi cadera contra la suya aún más, era imposible que hubiera más espacio entre nosotros.
Separó un poco sus labios de los míos y los acercó a mis oídos.
-Sé mía- Me susurro.
-Sabes perfectamente que lo soy.- Las palabras salieron en un suspiro.
-Quiero hacerte mía.- Me costaba respirar y el cosquilleo que había sentido antes crecía más y más, desde mis piernas; iba invadiendo todo mi cuerpo.
-Hazlo-Le pedí. Sentí como casi todo su cuerpo se relajaba, excepto una parte.
Él me levantó en sus brazos, como a una princesa y dijo:- Tus deseos son órdenes.
Nos metimos en su habitación y me recostó en su cama.
Una a una, fue desatando las cintas de mi corsé, hasta quitarlo por completo. Sin embargo sus celestes ojos seguían mirando a los míos, con tanta pureza y sinceridad como nunca antes había visto. Le saqué la remera y acaricié sus fuertes abdominales, hasta llegar a su cinturón, lo desabroché.
Él metió sus manos debajo de mi pollera, quitándome las largas medias. Me senté en la cama, con Alex arrodillado sobre mí, le quité los pantalones, y el mi pollera. Comenzó a besar un costado de mi cuello, luego fue hacia el centro y bajo de a poco hacia mi pecho.
Sus labios estaban sobre mi corazón, y lo sentían latir sin parar, desabrochó mi corpiño, y lentamente empujándome hacia atrás para que volviera a recostarme, me lo quitó. Pasó sus manos sobre mi cintura, descendiendo hasta la punta de mis pies, dejándome sin la última prenda de ropa que me quedaba.
Me observó un segundo.
-Sos hermosa- Dijo con la voz entrecortada.
Hice lo mismo que él; ambos estábamos sin ropa alguna.
-Te amo- Le dije.
El se recostó sobre mí, tomando mis manos, poniéndolas encima de mi cabeza.
Cerré los ojos, y al instante siguiente, ya no había ningún espacio libre entre él y yo. Finalmente éramos uno los dos, juntos, fusionados, inseparables.
Aquél momento se sintió como una eterna felicidad y energía, que duraría por siempre. Se sintió como lo más hermoso del mundo. Todas las dudas que podría haber tenido alguna vez, desaparecieron. Alex era mío, yo era suya, y quiero que eso quede así para siempre.
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